Por Drew Boyd,
Mitch Ditkoff señala una percepción común errónea sobre las malas ideas:
"Una de las cosas que inevitablemente se escucha en una sesión de lluvia de ideas es algo como 'no hay malas ideas'". Pero la realidad es que sí existen muchas malas ideas… Entonces, ¿Cuál es la clave cuando queremos innovación? Extraer el valor en lo que aparenta ser una "mala idea" y utilizarlo como un catalizador para explorar más a fondo.
Estoy de acuerdo con esta perspectiva, es común obtener buenas ideas cuyo origen son malas ideas, un concepto que aprendí originalmente de mis compañeros en SIT. Sin embargo, surge la pregunta: ¿cómo se puede extraer valor de una mala idea y transformarla?
Aquí presento tres enfoques:
En primer lugar, analizar detenidamente la mala idea e intentar identificar el principal beneficio que ofrece al usuario, independientemente de lo rara que pueda ser la idea. Es ese beneficio el que queremos mantener, no su contexto o sistema de entrega. La clave está en idear nuevas formas entregar ese mismo beneficio.
En segundo lugar, cuestionar los criterios utilizados para juzgar la idea como mala. Aplicar la técnica del cambio cualitativo (Principio SIT) a estos criterios, desafiándolos y replanteándolos. Así se puede cambiar la perspectiva y hacer que la idea aparentemente mala luzca bien en un contexto diferente.
En tercer lugar, buscar elementos antiguos en la nueva idea. Thomas B. Ward, en su capítulo "Lo antiguo de las nuevas ideas", señala:
"La imaginación estructurada se refiere al hecho de que cuando las personas usan su imaginación para desarrollar nuevas ideas, estas están influenciadas de manera predecible por propiedades de categorías y conceptos existentes o preestablecidos".
En otras palabras, nuestras ideas no surgen de la nada, sino de contexto que ya conocemos. Mi consejo es tomar esa mala idea y explorar el concepto original en el que se basa. ¿Es posible llevarlo en nuevas direcciones utilizando un proceso estructurado?
Considero que esto es una mejor práctica para la innovación corporativa. A menudo, les pregunto qué hacen con sus malas ideas. Si veo una expresión de curiosidad en sus rostros, generalmente significa que no están aprovechando este fenómeno.
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