Publicado el 19 de Enero, 2022
Escrito por Amnon Levav - Co-Fundador y CIO (Chief Innovation Officer) en SIT - Systematic Inventive Thinking®. ( Traducido al español)
Hace unas semanas hablé con un gerente de alto nivel en una institución financiera. Hablamos de sus actividades (realmente) impresionantes en el campo de la innovación, pero, luego me tomó por sorpresa al comentar: “El próximo año planeamos congelar las actividades de innovación”. Dado que la empresa no es cliente nuestro, no me afectó directamente esta decisión, pero aún así, tenía curiosidad por entender la razón. Otra víctima de “la situación”, me dije a mí mismo, pero para mi sorpresa, continuó explicando: “Tenemos tantas buenas ideas ahora que debemos hacer una pausa con la innovación y centrarnos en la implementación”. Esto es, en mi opinión, un síntoma de uno de los conceptos erróneos más grandes y comunes en el campo; que la innovación se trata de generar ideas sobre qué hacer (productos, servicios, lo que sea que hagas). El corolario de este concepto erróneo es, obviamente, que una vez que tienes estas ideas, ya no necesita uno preocuparse por la innovación, todo lo que se necesita es "simplemente" implementación.
En realidad, la situación es casi la opuesta. El nivel de innovación que debe invertirse en la implementación no es más bajo, incluso, muy a menudo más alto, que el que se requiere para generar las ideas en primer lugar. Pero esto no es una novedad para alguien que está involucrado en el día a día de la innovación dentro de una empresa, como el gerente mencionado anteriormente.
¿Por qué, entonces, el error es tan común?
Se debe, creo, al hecho de que la gente tiende a ver la innovación como un tipo de actividad más que como una cualidad en la manera de realizar actividades; la gente ve la innovación como una respuesta a la pregunta "¿qué estás haciendo?" mientras que, de hecho, es la respuesta a "¿cómo lo estás haciendo?, sea lo que sea que estés haciendo" Para evitar esta confusión, utilizamos una definición práctica:
Innovación: Pensar y actuar diferente para alcanzar objetivos.
Esto implica, obviamente, que la innovación no se limita a cierto tipo de actividades o contextos. Más bien, es relevante, como una opción, en cualquier situación en la que una persona o grupo de personas se encuentran activos mentalmente.
En septiembre, estaba hablando con una señora que es gerente a nivel directorio en una gran empresa. "Lo último que necesito ahora es innovación", dijo, "Acabamos de terminar un proyecto de innovación exitoso, resultó en una increíble idea de un nuevo producto, que he estado tratando de convencer a mi vicepresidente durante los últimos 3 meses para que acepte y no he tenido éxito. ¿De qué sirve innovar si van a matar tus ideas de todos modos?.
Para mí, parecía que lo que más necesitaba era innovación. Desde nuestro punto de vista, este fue un caso clásico de una necesidad urgente para resolver un problema, siendo el problema la necesidad de convencer a un vicepresidente obstinado. Ejemplos de este tipo son abundantes: un vicepresidente que no necesita innovación porque "solo" necesita organizar su división, ya que se sigue fallando en la implementación de las grandes ideas de su cartera; y por supuesto, los innumerables CEOs que no pueden hablar de innovación ahora, debido a “la Situación Actual” (COVID, cadena de suministro, lo que sea) ven una disminución en las ventas, la desaparición de las ganancias y un peligro inmediato para el flujo de efectivo.
Mi conclusión: todas aquellas personas que están demasiado [ocupadas, con exceso de trabajo, llenas de ideas, enfrascadas en un gran proyecto] para innovar, son precisamente las que más necesitan un cambio en la forma que manejan lo “demasiado” inmersos y ocupados que están, es decir, tienen una gran necesidad de innovación.
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